Por Cachos de anacos de trosos de pedasos de cousas
Foliar piruletamentemente hay mucho.
Volar fue hacia la ventana mientras la negra cabeza de Wonohivic asomaba por el retablo azul del cono, arqueando una de sus pobladas cejas, observando al matemático comer un tentempié delicioso.
El estudio había finalizado satisfactoriamente, o al menos eso pensaba, de no ser por la negrura que asomaba de entre lo más hondo de la comisura de su omoplato. Quizás por eso se negaba a posicionarse. Quizás no. Pero lo que si sabía era que de momento estaba feliz.
Dejo entrar en sí toda para dejarlo salir, quedando solo él, sólo.
La ruleta rusa le gustaba pero no estaba seguro de querer ganar.
La verdad la tenia guardada en un frasco, fuera del alcance de cualquiera.
“Están mejor sin ella” vociferó para sí.
Y fue entonces cuando la pletórica aurea se digno a pronunciarse, rompió el bote y dejó la luz apagada.
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